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Dioses Olímpicos

Apolo

Es uno de los dioses más polifacéticos del Olimpo. Apolo es el dios de la belleza masculina y de las artes, especialmente de la música. También es el dios del sol, la profecía y la medicina. Tenía un oráculo (Apolo Pitio) en el Santuario de Delfos.
Sus atributos son el arco y las flechas, la desnudez y la lira.
Apolo es hijo de Zeus y Leto, y hermano gemelo de Artemisa.

NOMBRE LATINO PATROCINIO ATRIBUTOS
Apolo Dios de la belleza masculina, las artes y la medicina. Se le representa desnudo con una corona de laurel, con arco y flechas, con una lira o una flauta o una serpiente. A veces, conduciendo el carro del Sol.

APOLO Y DAFNE

Eros se había enfadado con Apolo porque había puesto en duda sus habilidades como arquero.
Para vengarse lanzó al hermoso dios una flecha de oro que le causó un amor inmediato. Por el contrario, hirió a la ninfa Dafne, hija del dios río Peneo, con una flecha de plomo que causa el rechazo amoroso.
Cuando Apolo vio a Dafne se sintió herido de amor y comenzó a perseguirla. Pero Dafne, que sufría el efecto contrario, huyó de él.
Y la ninfa corrió y corrió hasta que agotada pidió ayuda a su padre que decidió convertirla en laurel. Cuando Apolo alcanzó a Dafne, ésta iniciaba la transformación, su cuerpo se cubría de dura corteza, los brazos se convertían en ramas, de sus pies brotaban raíces que se hincaban en el suelo y su cabello se llenaba de hojas. Apolo se abrazó a aquel árbol y sintiendo que aún palpitaba el corazón de su amada dentro de la nueva corteza se echó a llorar diciendo: «Puesto que no puedes ser mi mujer, serás mi árbol predilecto y tus hojas, siempre verdes, coronarán las cabezas de las gentes en señal de victoria».


A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro oscurecían;

de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aun bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.

¡Oh, miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!

Garcilaso de la Vega

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